martes, 31 de octubre de 2017

En mercados públicos cuesta 200 pesos montar ofrendas



El precio podría aumentar; todo depende del tamaño de los altares

30/10/2017 05:45  Luis Pérez
Al acercarse el mes de noviembre, en México pensamos en nuestros muertos y para recordarlos, planificamos la ofrenda familiar anual.
Independientemente de lo que a cada persona le gustaba comer y beber en vida,  una ofrenda tradicional debe llevar papel picado, flores de cempasúchil, frutas, flores de terciopelo, pan de muerto, calaveritas de azúcar, velas, agua y sal  y por supuesto, la foto del difunto.
 Evocar a nuestros seres queridos puede llevarnos a gastar un mínimo de 200 pesos, que podrá incrementarse dependiendo del tamaño de la ofrenda y de la cantidad de elementos que incluyamos.   
Al hacer un recorrido por varios mercados públicos, este diario pudo constatar que los precios no varían mucho: las hojas de papel picado  cuestan desde dos  hasta cinco pesos la pieza; un ramo de diez flores de cempasúchil va de 35 a 40 pesos; el ramo con diez flores de terciopelo, cuesta desde 40 hasta 60 pesos.
Hay veladoras cuyos precios oscilan desde diez pesos en vaso chico o hasta de 40 pesos,  si tienen una imagen grabada.
En el caso de las calaveras de azúcar, el precio varía dependiendo del tamaño, por lo que las podemos encontrar desde 15 hasta 60 pesos. Ahora bien, si  las calaveras son de  chocolate, hay un incremento considerable, ya que pueden encontrarse desde diez y hasta 80 pesos; y el pan de muerto, dependiendo del tamaño puede ir desde los 10 hasta los 100 pesos.
Si integramos a nuestra ofrenda el dulce de calabaza o la calabaza en tacha ya cocinado,  tiene un costo de 50 pesos el kilo. La preparación de algún platillo –como un plato de mole con arroz y una pieza de pollo– cuesta 50 pesos; una cerveza, 25 pesos; una botella de tequila, 120 pesos; la mandarina, 15 pesos el kilo, mientras que la caña; ocho pesos el kilo.
Cientos de personas que acudieron a los mercados públicos para comprar lo necesario para preparar la ofrenda de muertos invirtieron lo que su bolsillo permitió para honrar la memoria de quienes ya se fueron y con ello continúan con una tradición que van trasmitiendo de generación en generación.

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