«Fui de mercado en mercado por años enteros, porque
México está en sus mercados»
Pablo Neruda
Pablo Neruda
No hay mejor forma de conocer a una sociedad
que a través de sus mercados. Desde la fundación de México-Tenochtitlan allá
por 1325, cuando todavía existía una cuenca en el valle de México, los mercados
han sido el punto de encuentro de sus habitantes y de los fuereños que han
venido a vender sus productos. La Ciudad de México se edificó de la mano del
comercio (fijo, ambulante y semi-ambulante) y hoy en día no es la excepción.
Desde la época de los pochtecas, cuando el mercado de Tlatelolco era el más
grande y mejor surtido del continente hasta nuestros días en que rivalizan con
los supermercados y su comida empaquetada, los mercados han sido el reflejo y
pulso de la Ciudad de México.
Si vienes por primera vez al Distrito Federal y tu primera
impresión es que la ciudad es un mercado, no te equivocas, lo es, como lo ha
sido desde hace cientos de años. Obviamente cada capitalino tiene su mercado
predilecto con sus marchantes de toda la vida; sin embargo, hay mercados cuya
fama y prestigio trascienden lo barrial, cobrando fama en todo el territorio
defeño. Estos son algunos de ellos.
1.
El Mercado de la Merced y el Mercado de Sonora
Justo en los bordes del Centro
Histórico, en lo que una vez fue un convento virreinal se encuentra el heredero
de los mercados coloniales y prehispánicos… ¡Aunque ya no se utiliza el cacao
como moneda!
La Merced lucha por
mantenerse como el principal distribuidor de alimentos a nivel minorista del
distrito federal. Desde 1863 ha sido el punto de encuentro comercial de los
capitalinos. Aquí encontrarás frutas, legumbres, semillas, especias, dulces,
carnes, productos de limpieza, aditamentos de cocina tanto de metal como de
madera, además de locales especializados en chiles, zacates, estropajos y gran
variedad de maíz. Vivirás lo más próximo al shopping prehispánico. No olvides
visitar las calles y callejones cercanos, ya que ahí se colocan puestos que ofrecen
cestería, petates, costales, y productos de jarcería de cualquier forma y color
imaginable.
Obviamente tus compras estarán
incompletas si no visitas el famoso e incomprendido Mercado de Sonora, donde encontrarás
un sin fin de productos esotéricos y de brujería para todo tipo de cultos, como
la santería, Santa Muerte, las adoraciones católicas capitalinas tradicionales
como San Judas y San Charbel y enigmáticos cultos sincréticos desconocidos.
Animales exóticos, plantas medicinales y hierbitas de dudosa procedencia.
Cuando termines tus compras podrás comerte unas ricas quesadillas, sopes o
gorditas en alguno de los cientos de puestos de fritangas, y por qué no,
hacerte una limpia en alguna de sus modalidades.
2. Mercado Abelardo L. Rodríguez
Comprar en la ciudad de México es todo un arte, y no hay mejor
lugar para apreciarlo que en el Mercado Abelardo L. Rodríguez. Ubicado en pleno
Centro Histórico, el mercado se asienta en un edificio de ocho décadas de
antigüedad, una mezcla Art Deco, Art Nouveau y neocolonial que combina
perfectamente con sus bellos vecinos, entre ellos el Teatro del Pueblo. Este
fue el primero de los mercado populares fijos construidos por el gobierno,
antes Departamento del Distrito Federal, que hoy en día pueden encontrarse en casi
cualquier colonia de la ciudad.
El mayor atractivo del
Abelardo son sus impresionantes murales (casi 1,500 metros cuadrados) pintados
por los estudiantes del maestro Diego Rivera, en los que se plasman temas como
la lucha de clases, la soberanía alimentaria, el avance de la ciencia y la
batalla contra los regímenes fascistas de la época. ¿Qué mercado puede presumir
por contar con un auditorio y una biblioteca popular? Esa es la magia del
Abelardo, un mercado que anunciaba tiempos mejores.