Por Gabriela Rivera
Michoacán produce 120 mil toneladas de aguacate al mes, convirtiéndose en el
principal exportador a nivel mundial de este fruto, que ahora es conocido como
“el oro verde” por su sabor y demanda.
Pero hace 15 años, el
aguacate ni siquiera figuraba entre los frutos más codiciados para exportadores
y las tierras de cultivo eran apenas unas cuantas hectáreas, pero desde hace
unos años la demanda aumentó 30 veces, recuerdan los
pobladores del estado.
El documental “Los Aguacates del diablo” elaborado por la cadena
France 2 narra cómo la demanda ha crecido a tal grado que se han deforestado cerros
completos para cultivar los arboles de aguacate. Pero también revela el problema sanitario que se ha creado ante
la demanda tan alta: el uso de insecticidas tóxicos que está afectando a la
población.
Alrededor de 80% del aguacate
mexicano se exporta a Estados Unidos, donde la demanda es mucho más alta en
eventos especiales, como el Super Bowl que se celebra en enero y donde la
promoción a este fruto es tal, que un comercial sobre aguacate mexicano llega a
costar cuatro millones de dólares.
Pero
también se envía a Europa, Canadá, China y Japón, donde su consumo se ha
popularizado rápidamente.
La demanda ha
incrementado el precio de este fruto. Hace 15 años el kilo de
aguacate costaba 5 pesos, hoy se vende hasta en 70 pesos. De
hecho el precio actual se debe precisamente a la sobre demanda que hay tanto en
México como en el extranjero y la producción tan baja que hubo este año en
Michoacán, según han referido los mismos productores desde marzo pasado, cuando
el precio se incrementó.
Deforestación y envenenamiento
Para atender la demanda
tan grande que hay, los productores y los narcotraficantes han ampliado las
zonas de cultivos a los cerros y bosques de la entidad, provocando un desastre
ecológico: en tan solo cinco años se han deforestado 170 mil hectáreas de pino.
Jaime
Chávez, miembro de la Secretaría de Medio Ambiente de Michoacán, encabeza los
operativos para recuperar las zonas deforestadas y eliminar las plantaciones
ilegales. Sin embargo, los funcionarios saben lo peligroso de dichos
operativos, pues en cualquier momento puede salir lo mismo un grupo criminal
que una familia armada a enfrentarse a los funcionarios.
Chávez
y su grupo aseguran que no es ilegal sembrar árboles de aguacate. Lo que sí es
ilegal es talar el bosque para instalar los plantíos, que cada año gana 700
hectáreas sobre los bosques. Esta cantidad equivale a mil canchas de futbol.
Pero no solo es un
problema ambiental, también una catástrofe sanitaria. En las plantaciones se
utilizan insecticidas elaborados a base de órganofosforados, que son altamente
tóxicos para los trabajadores y los habitantes aledaños a
las plantaciones.
Los
productores utilizan estos insecticidas para combatir plagas severas, como los
trips, un insecto pequeño que roñe la fruta desde que está muy pequeño; sus
mordidas dañan la mercancía y estos aguacates ya no se pueden vender, lo que
afecta la producción.
En
el documental se encontró que los camiones repartidores de plaguicidas llevan
sustancias como Perfekthion, ácido fosfórico, Naled 90 y oras sustancias
químicas, que no figuran en el catálogo de insecticidas permitidos por el
gobierno mexicano y que están totalmente prohibidos en Europa, debido a los
daños que causa a la salud.
A pesar de que los
productores saben que son dañinos y que están prohibidos, los siguen comprando
en las tiendas, que las venden como si no fueran peligrosas. Incluso, los vendedores advierten sobre los posibles daños, pero también resaltan
la eficacia para combatir las plagas.
La
publicidad en todo Michoacán es fuerte, comerciales en televisión local,
espectaculares en las carreteras, imágenes en los camiones. Por todos lados
aparecen anuncios de estas sustancias que han contribuido a la bonanza del
estado.
El
uso de estos pesticidas ya ha cobrado la vida de varias personas y dejado
secuelas en decenas de niños. Sin embargo, el tema es tabú, nadie habla de
ello.
El documental investigó a los 500 niños y maestras de una
escuela secundaria en la comunidad de Toreo el Bajo, que
pertenece al municipio de Uruapan, una de las zonas aguacateras más ricas de la
región.
Al
otro lado de la barda que cerca el plantel hay cientos de árbol de aguacate que
son rociados con insecticidas varias veces a la semana con pistolas de presión,
sin importar que los niños estén jugando en el patio a la hora del recreo.
Cuando esto sucede, los menores corren a los salones para alejarse del olor,
que muchas veces les provoca dolores de cabeza y nauseas.
La exposición ya cobró
sus primeras víctimas. Maricela y Serena son maestras en esta secundaria y tuvieron
abortos. Maricela tenía cuatro meses de embarazo cuando
los médicos se dieron cuenta que el feto estaba tragando líquido amniótico y
tenía malformaciones en los riñones.
Serena
ya tuvo dos abortos. En 2015, al tercer mes de gestación descubrieron que los
gemelos que llevaba en el vientre habían dejado de respirar. En enero de este
año, le volvieron a practicar otro aborto por la misma razón.
Los
médicos no pudieron determinar las causas de las malformaciones, pero la cadena
de televisión francesa señaló que existen diversos estudios en Europa que han
demostrado que los insecticidas afectan el crecimiento de los fetos.
Las
maestras no han sido las únicas. En Toreo El Bajo hay decenas de casos de
abortos espontáneos o niños con malformaciones a causa de los pesticidas, pero
nadie habla de ello porque significaría hablar más del aguacate.
Un caso documentado por
los franceses fue el de Gaby, una menor de 9 años que parece de tres y que ya no creció
porque tiene un serio problema en los intestinos, que los
médicos no han podido tratar.
Lidia,
su madre, narra que los médicos únicamente le pidieron averiguar si había
antecedentes de cáncer en la familia o si había químicos en el ambiente, cosa
que la mujer recuerda perfectamente: cuando estuvo embarazada vivía junto a una
plantación de aguacate y su pareja trabajaba en estos campos rociando los
árboles sin la protección adecuada.
La
pequeña ha desarrollado otros padecimientos, como diabetes, y los médicos le
han dicho a Lidia que Gaby puede morir en cualquier momento.
La
cadena de televisión señala que esto es una razón para averiguar qué está
afectando a los menores. Sin embargo, el médico de Gaby asegura que no se puede
documentar nada: si bien no se puede culpar a los pesticidas de su condición,
tampoco se puede excluir.
Los médicos del Hospital Regional han hecho algunos estudios que
demostraron las afectaciones de los pesticidas a la población y la relación
directa que existe entre las enfermedades de los niños con el uso de
pesticidas. Uno de los neurólogos incluso señaló que los cánceres están
asociados con los insecticidas organofosforados que se utilizan en las
plantaciones.
Con estos datos, la
cadena de televisión acudió a la Secretaría de Salud del estado de Michoacán,
donde cuestionó al titular de la dependencia sobre las afectaciones a los
menores. El sujeto dijo que no hay estadísticas ni información
suficiente sobre estos hechos.
Incluso fue más allá al responder:
“La situación epidemiológica
no es la misma en México que en Europa. El físico, los antecedentes genéticos
de cada región son diferentes, hablamos de que en esta región la gente es
más resistente, los mexicanos somos más resistentes a ciertas bacterias.”
La cadena decidió tomar
muestra del cabello de las dos maestras y cinco niños de la escuela secundaria,
que fueron analizadas en Francia. Los resultados fueron alarmantes, todos ellos tenían altas concentraciones de al menos cinco sustancias
tóxicas diferentes.
Sin embargo, el caso más
grave es el de Jade, una chica de 13 años, cuyo organismo tiene 11 sustancias
distintas, lo que le puede generar daños neurológicos,
problemas de reproducción y otras afectaciones.
Jade
y su madre viven en una comunidad que solía ser un bosque y ahora es una
colonia rodeada de árboles de aguacate que se rocían con insecticidas
constantemente. Después de conocer los resultados, Jade y su madre se mudaron
de la comunidad, lo mismo que la maestra Serena quien estaba embarazada otra
vez.
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